En la actualidad, el sexo está siendo considerado un factor natural y normal dentro de la vida de una persona, como en realidad deber ser.
No obstante, no en todas las familias ocurre lo mismo, y en consecuencia los niños que en ella viven están influenciados por el efecto “tabú”: prohibido hablar delante de los niños.
Esta situación provoca dudas, intereses ocultos y obtención de información errónea por parte de los niños. Es preciso entonces, asumir desde la escuela, el compromiso consensuado con la familia, de brindar una adecuada educación sexual a los alumnos, con la complejidad creciente, según la edad.
Esta determinación parece fácil de afrontar, no lo es así, ya que requiere de una formación y convicción firmes por parte de los docentes.El hecho de ser docente ya nos plantea un compromiso importante, pero además constantemente nos enfrenta a los desafíos propios de la época en que nos toca vivir. Por eso, el tema de sexualidad nos pone ante un conflicto educativo que no es sencillo de sobrellevar.
De hecho, para poder trabajar el tema con mayor tranquilidad, se debe comprender el alcance de la palabra “sexualidad” (no remitirla únicamente a los órganos sexuales).
Tener un sexo significa definirse como persona y adoptar la personalidad concreta: ser hombre o mujer, lo que quiere decir, es que vamos a actuar en consecuencia de ello. Éste es el primer punto a comprender para luego transponerlo didácticamente. Por lo tanto, los niños deben comprender que actúan de una manera particular, cada uno porque tiene diferentes sexos y géneros.
Aspecto éste que no implica que por el sexo las personas tengamos diferentes derechos y obligaciones, en todo caso, se debe ser un complemento uno de otro. Es decir, que en la asignación de tareas diarias, tanto en la escuela como en la casa, no deben existir las diferencias.
Así pues, es fundamental importancia en esta educación sexual que debemos impartir, que se tenga muy presente. De ahí, más podremos trabajar diferentes aspectos según las edades de los niños: desde el conocimiento de su propio cuerpo en todas sus partes, su funcionamiento, la continuidad de la especie, la higiene, hasta las enfermedades, el contagio y la prevención de éstas.
Manifestaciones Sexuales Infantiles.
El juego genital es una forma de lograr placer, que suele aparecer alrededor de los 2 a 3 años y prolongarse durante la niñez.
Los niños y niñas utilizan diversas formas para lograrlo, bien sea estimulándose directamente con las manos, frotando o rozando sus genitales con almohadas, la cama, el borde de una mesa, el pupitre, la silla, el agua de la ducha, entre otros.
La ginecóloga infantil Erdos (2001), explica que el juego sexual es “El producto de la curiosidad del niño(a) con su cuerpo, es algo rico que siente al tocarse, es algo natural, ya que es parte de su desarrollo normal. Además, va a ser importante para su sexualidad de adulto, el niño(a) se toca para sentirse y conocerse. Generalmente esto ocurre cuando está en su pieza o antes de dormir, siendo una manifestación fisiológica y completamente normal”.
Cuando un niño o niña, dedican compulsivamente gran parte de su tiempo al juego genital, el mismo debe ser interpretado como una señal de alarma, pues, suele estar asociadas con ansiedad sensaciones de abandono o a una infección a nivel de genitales, en cuyo caso se requerirá la atención de un profesional calificado en el área.
Demostrar afecto.
Dentro del desarrollo evolutivo socio emocional, los besos, abrazos y las caricias son parte del normal proceso de aprendizaje de las demostraciones de afecto y por ende, de la necesaria socialización de los infantes, así los niños y niñas, suelen jugar al papá y a la mamá o a que son novios, besando y abrazando a los compañeritos y compañeritas de igual o diferente sexo. Las demostraciones de afecto entre niñas y niños del mismo sexo son completamente normales y no representan ningún signo de desviación sexual.
Algunas veces estas demostraciones toman formas exageradas y vehementes llegando a molestar o incomodar al receptor de las mismas, por considerarlas indeseadas, bruscas o inoportunas. Como adultos no sabemos cómo interpretar esas manifestaciones, por lo que se les debe preguntar qué hace y no castigar lo que mal interpretamos de lo observado. Será labor de docentes, padres y adultos significativos, trabajar con los niños y niñas sobre los sentimientos.
Imitar el acto sexual.
Entre los elementos más perturbadores para los maestros(as) de Educación Inicial, está la imitación que en ocasiones hacen los niños y niñas del acto sexual. Manifestaciones como ésta son el producto de presenciar escenas similares en la casa u otro ambiente, o a través de programas de televisión; de allí la importancia de la supervisión que puedan ejercer los adultos sobre las películas o programas televisivos a los que tienen acceso los niños y las niñas y las recomendaciones que debe proponer el maestro(a) sobre el particular en el centro Educativo.
¿Qué Hacer?
-Encararlas con la mayor naturalidad.
-En caso de que se hayan quitado toda o parte de la ropa, preguntarles sus razones; utilizar el momento para conocer la funcionabilidad de las prendas de vestir o para relacionarlas con el clima.
-Ser receptivos y prudentes ante sus manifestaciones sexuales.
-Recordemos que aún no están evolutivamente preparados para calificarlas.
-Aprovechar estas experiencias para ofrecerles desde su óptica, las informaciones y aclaraciones pertinentes.
-Cuando la conducta se haga repetitiva o violenta, hablar con los padres y con la dirección del centro manteniendo la mayor discreción y sugerir la remisión del niño o la niña a un especialista.
¿Qué Evitar?
-Hacerlo/a sentir que está haciendo algo malo.-Regañar, pegar, gritar, castigar llamarlos/as homosexuales, pervertidos, abusadores.
-Prohibir la amistad con ese niño o niña, bajo amenaza de castigo.
-Hacer un escándalo que involucre al resto de los niños(as), al personal docente, a padres o representantes.
-Recordar una y otra vez el evento y comentarlo frente al niño o niña con otras personas.